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miércoles, 9 de julio de 2014

Triangulo en Buda



La isla y la desembocadura son dos de los atractivos, entre cientos, que contiene el complejo natural del parque del Delta del Ebro. Una zona de facil acceso y que a pesar de esta facilidad, consigue crear un equilibrio entre poblacion, agricultura y fauna dignos de mencionar. 
Es muy dificil conseguir equilibrios en la naturaleza, sobre todo, cuando el principal depredador y destructor de estos espacios es el propio hombre, y este trata de integrarse en este ultimo, sin demasiados miramientos. Desde luego, sino existieran los consejos reguladores amen de otras entidades totalmente proteccionistas de ambientes salvajes, poca cosa se podria ver, disfrutar o enseñar. Verdaderamente, la posición del hombre en esta piramide existencial es tan vital como necesaria, por eso su disposición en todos los escalones menos en el superior es imprescindible para la propia subsistencia del ecosistema.
Un domingo cualquiera, por poner un ejemplo, es un dia cualquiera para la naturaleza, solo cambia en la posicion humana en el entorno, lo que hace que la percepción de las cosas cambie por completo. Un día perfecto para remar, desde luego, el Marzo de este año ha sido un veranillo en conserva.
La direccion correcta en este entramado de carreteras y caminos no es fácil, pero cualquier forma de perderse implica, en este parque, una aventura perfecta. Desde San Jaume, tomamos dirección a la Plaja de la Alfacada, lugar de final de ruta donde se termina la carretera y empieza el arenal mas fabuloso que podrias imaginar. Kilometros de arena y vegetación autóctona hacen, que junto a las aves mas espectaculares, tu presencia sea tan diminuta que nadie creas que pueda verte.
El protocolo en todas las llegadas es siempre el mismo, saludos a todos que es cierto que a muchos no los ves desde tiempos inmemoriables, y rápidamente a descargar pertrechos, que el reloj cuando no trabajas va toda velocidad. La ruta es el triangulo formado por el cauce original del rio Ebro en ascenso y perimetrar en sentido horario la isla de Buda hacia el mar. La salida es tranquila, con poco fondo y arenoso, los juncos y las cañas van dejando un carril invisible a los extraños donde la fauna se recoge en armonía. El sol cae a bayoneta y solo preocupa la entrada de viento en la zona, cosa que finalmente no ocurre en toda la jornada, y menos mal, por que en esta zona, sea de donde entre, es siempre fuerte y en descubierto.
Vamos tomando consciencia de la distancia gracias a la corriente en contra a la que debemos enfrentarnos, no demasiada, pero constante. Cualquier tiempo de descanso que tomas, retrocedes una distancia equivalente, o sea, que en principioo es remar sin pausa y hacer camino, siempre con la isla a estribor, disfrutando del paisaje constantemente. A babor los arrozales dibujan un espacio infinito.
En el punto de mas corriente aparece el inmenso Ebro que en este lugar, es ancho, tranquilo y verdiazulado, causa de la mezcla de rio y mar, y una vez tomada la enfilación a la desembocadura, es agradecido con ese empujon que ahora ya entra de popa. Costeamos el lado N de la isla con una sensación de postal tremenda, y una vision al otro lado del rio, contrapuesta. Parece que el paraíso y la civilización dependen de este tramo de agua, tan necesaria para mantener esa diferencia. 
El largo hasta la desembocadura es muy llevadero, y el grupo va charlando animádamente, pronto llegamos a la illa de San Antoni, donde ya empezamos a notar las pequeñas olas de entrada a rio. Salida al mar como quien se baja de la bicicleta y búsqueda para el bocatapoint de rigor, mientras alguien intenta surfear con las miniolas del día. 
El descanso se hizo necesario y el espirutu forebre volvio a fluir. Estiramos las piernas, investigamos el entorno y sacamos las fotos de grupo. De vuelta al agua, entrada facil y a costear hasta el punto de partida, el reloj sacaba humo. El dia seguia apretando de lo lindo y pronto llego la salida al mar del antiguo cauce, lugar que teniamos que embocar para salir, a contracorriente y puestos en seco. 
Realmente un espacio infinito para desconectar, cargar pilas y volver siempre que se pueda.
El final ya os lo podeis imaginar, cerveza del Faro de Buda y mesa sin mantel.
las fotos aqui.