La madrugada en el camping habia sido como el sepelio en un cementerio, ningun ruido invadió la noche, ningun mosquito se atrevió a volar, ningun perro se atrevió a ladrar, ningun gato la lió..... aparentemente no parecia un camping de verdad. En algun momento, puede que el aserradero funcionara, pero ya por la mañana, nadie comentó si el tio de la sierra era de esta o esa cabaña.
Los despertadores suplieron al gallo del vecindario y ya de muy temprano nos pusimos en marcha. La ropa mojada del dia anterior no habia conseguido secarse y meterse en el neopreno mojado no se agradece, aunque solo sean por unos segundos, las ganas de meterse en la carlinga se enfriaban. Desayuno templado y potente y a cargar petates en busca del mar. Nos pusimos las pilas rapido, el dia cuando navegas corre muy rapido y los planes eran de no mucha distancia en mar y para algunos una travesia en carretera larguisima.
Mirando al cielo se preveia un dia de calor meseteño, como un 15 de Agosto en un campo de cereal, aunque sobre el mar, en esas condiciones, es como andar sobre un espejo, donde los rayos solares te atraviesan en todas direcciones. La verdad es que habia una ligera brisa de componente Norte, el tipico terral residual, antes de que el sol empiece a calentar de lo lindo y el aire role por su natural a NE-E-SE durante la mañana, eso ya es un presagio, pero del oleaje de la tarde anterior al plato que se podia generar habia una gran diferencia. Efectivamente, la resaca habia desaparecido y una sabana de agua estaba lista para ser invadida.
Salimos de la playa pertrechados para el largo que nos llevaria desde Alcossebre hasta Peñiscola, en una mañana de paleo placido y constante. Fuimos estirando musculos hasta pasar por el puerto nautico y despues encarando el faro la gente ya empezó a tirar de lo lindo. Yo mientras estaba inmerso en un raid fotografico de medusas, un banco inmenso que se encontraba frente a la costa en una especie de lengua de agua menos transparente y que hacian que constantemente estuviera con el disparador apretado y la pala en cubierta. Cerrando el grupo y costeando mas que los otros, empezo a entrar por la proa la Serra d´Irta y su costa infinita de rocas, calas y montañas suaves forradas de pinos. Fuimos estirando y recogiendo, mientras haciamos hambre, sudabamos la camiseta, cambiabamos impresiones, cambiabamos las palas y aprendiamos a conocer costa sin cemento, algo que para algunos es ya un recuerdo en la memoria.
A vista de torre en Badum ya calculaba la distancia a la playa del Russo, lugar donde hicimos el half-time, para reponer fuerzas y vitaminas. Un desembarco placentero en una playa donde los ultimos nudistas de la temporada quedaban estufefactos ante tal desembarco, con esa gente vestida rara con esos barcos tan extraños.
El sol seguia pegando de lo lindo, el viento no se levantaba, la bebida estaba caliente, y las piernas ya habian recuperado toda su movilidad. El reloj continuaba empeñado en acelerar la marcha y la paella que nos esperaba en Peñiscola ya llegaba a nuestras narices. Reembarcamos para cerrar la serra y navegar frente a la cova dels coloms, la torre Badum y la cova de les sepies, hasta empezar a reencontrarnos con el cemento agarrandose a la montaña en busca de las nubes. El castillo ya era para entonces el plano central de la imagen y en muy poco tiempo entramos a refugio de puerto encallando suavemente en la playa. Habiamos terminado una pequeña ruta de estudio de dos dias y una noche con final feliz. Una ruta para hacer escuela.
Una vez en seco y todos los pertrechos en los coches, nos dirigimos a casa Julio para rendir cuenta de paella y de unos cuantos litros de cerveza fria, muy fria, muy muy fria, que estuvimos a punto de agotar y que demuestran una vez mas que el cuerpo se compone principalmente de agua, elemento imprescindible en todo desarrollo y final de una actividad deportiva, aunque con ese regusto a cebada tan de premio en una meta.
En la mesa se mezclaron las aventuras con las historias, en una genial ensalada de remeros.
Una pequeña visita al baluarte cerro la excursion y las despedidas, haciendo que el saco de los amigos se llenara hasta los topes.Una ruta para repetir seguro.
Agradecimientos:
Casa Artemio en Ribera de Cabanes
Camping Tropicana en Alcossebre
Casa Dorotea en Peñiscola
y por supuesto a los organizadores Bea y Julio y a todos los participantes en esta aventura.
y las fotos aqui.
y las fotos aqui.
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