Comenzó a construirse en 1294, y en tan solo 12 años fue terminada. A imagen y semejanza de Tabarka ( Tunez ) y Tierra Santa, este castillo construido por los Maestres del Temple, sigue siendo una belleza se mire por donde se mire. Aunque hay que reconocer, que desde la vision marina que ofrece desde el kayak, esta imagen se magnifica en toda su extension.
Esta "roca" la visitamos bastante a menudo, y este pasado dia 31 de Diciembre no fue una excepcion. Dia de San Silvestre, donde corredores empedernidos parecen escapar de un maremoto a base de carreras populares, nosotros en cambio, salimos al encuentro del mar para despedir el calendario gregoriano como es debido.
El tiempo fue este año nuestro aliado, ya que el pasado, una fuerte marejadilla, nos dejo en seco sobre las piedras de la playa del Gurugú, sin poder salir. El mar estaba como un plato de mercurio, aunque por debajo del casco se intuia algo de mar de fondo, en ningun momento hubo rompiente ni movimiento sospechoso. El cielo gris metalico parecia amenazar la expedicion, pero el sol, al final, casi asoma por el Este para rematar un dia de "calma chicha". Una costera hasta los pies de la fortaleza, con desembarco incluido, para dar la vuelta hasta el bufador y vuelta al punto de partida. 12 kilometros de paleo suave en medio de un mar desierto de navegantes, habitado unicamente por las pardelas, los cormoranes y las gaviotas. Solo nosotros eramos los extraños.
Todas las fotos aqui. Fijaros en la nº 23 y 24 , hay un pajaro extraño.
Esta "roca" la visitamos bastante a menudo, y este pasado dia 31 de Diciembre no fue una excepcion. Dia de San Silvestre, donde corredores empedernidos parecen escapar de un maremoto a base de carreras populares, nosotros en cambio, salimos al encuentro del mar para despedir el calendario gregoriano como es debido.
El tiempo fue este año nuestro aliado, ya que el pasado, una fuerte marejadilla, nos dejo en seco sobre las piedras de la playa del Gurugú, sin poder salir. El mar estaba como un plato de mercurio, aunque por debajo del casco se intuia algo de mar de fondo, en ningun momento hubo rompiente ni movimiento sospechoso. El cielo gris metalico parecia amenazar la expedicion, pero el sol, al final, casi asoma por el Este para rematar un dia de "calma chicha". Una costera hasta los pies de la fortaleza, con desembarco incluido, para dar la vuelta hasta el bufador y vuelta al punto de partida. 12 kilometros de paleo suave en medio de un mar desierto de navegantes, habitado unicamente por las pardelas, los cormoranes y las gaviotas. Solo nosotros eramos los extraños.
Todas las fotos aqui. Fijaros en la nº 23 y 24 , hay un pajaro extraño.
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