Los kayaks y los hombres tienden a entrar en simbiosis cuando el tercer elemento, el mar, te invita a navegar y te enseña el horizonte. Si todo va bien, los dias no se cuentan, solo las noches, cuando no remas, te dan ese efecto temporal de calendario. Durante el dia no tienes tiempo de dar la vuelta a ese reloj de arena que llevas en el cerebro, sencillamente te dejas llevar.
Sergi sencillamente dio la primera palada, y hoy todavia esta de viaje. Un "solo" plagado de aventuras y sin metas, solo dejar pasar el tiempo, contar las olas y conocer gente.
Partió el pasado 11 de junio desde Argeles Sur Mer, un pueblo cercano a la frontera costera entre España y Francia con la intención de pasar un mes bordeando la costa con su kayak, para dormir en playas tranquilas y disfrutar de la Costa Brava. Pero una vez llegó a Castellón, «sin saber bien por qué» siguió el viaje hacia el sur, indicó el joven. Ayer hizo escala en Alicante con 680 kilómetros a la espalda, 49 días de ruta y una mochila llena de aventuras que, por lo que parece, seguirá llenándose.
Sergi Rodríguez es un joven catalán nacido en Granollers hace 27 años. Estudió Ingeniería Mecánica en Barcelona, Inglaterra y Alemania. En el país germano vivió cuatro años y acabó la carrera. Se especializó en energías renovables y medio ambiente, su verdadera pasión, la naturaleza. Al término de sus estudios, decidió emprender un viaje de fin de carrera diferente. Aquejado de molestias físicas en los pies y las rodillas y guiado por su amor por el mar, decidió invertir en un kayak como medio de transporte. «Tras años de estudios y trabajo me entraron ganas de desvincularme de todo. Creo que la felicidad no se encuentra en el dinero que tienes o pretendes tener, sino en vivir en armonía con sí mismo y con la naturaleza, que es la que nos da la vida», explicó el navegante, a lo que añadió «recorriendo la costa desde el mar se ve cómo el hombre llena todo de edificios y eso hace daño a los ecosistemas».
Cuando piensa en metas afirma que «la única que me puse era recorrer la Costa Brava y ahora estoy en Alicante. Ya estoy en tiempo de propina. Pero no puedo evitar plantearme llegar a Tarifa. Si no me lesiono, quisiera probar el atlántico, navegar hasta Cádiz y aprender portugués bordeando Portugal hasta Galicia. Finalmente, mi hermana vive San Sebastián, y desde Galicia no quedaría tan lejos visitarla. Pero metas, ninguna. El tiempo dirá».
Sergi sencillamente dio la primera palada, y hoy todavia esta de viaje. Un "solo" plagado de aventuras y sin metas, solo dejar pasar el tiempo, contar las olas y conocer gente.
Partió el pasado 11 de junio desde Argeles Sur Mer, un pueblo cercano a la frontera costera entre España y Francia con la intención de pasar un mes bordeando la costa con su kayak, para dormir en playas tranquilas y disfrutar de la Costa Brava. Pero una vez llegó a Castellón, «sin saber bien por qué» siguió el viaje hacia el sur, indicó el joven. Ayer hizo escala en Alicante con 680 kilómetros a la espalda, 49 días de ruta y una mochila llena de aventuras que, por lo que parece, seguirá llenándose.
Sergi Rodríguez es un joven catalán nacido en Granollers hace 27 años. Estudió Ingeniería Mecánica en Barcelona, Inglaterra y Alemania. En el país germano vivió cuatro años y acabó la carrera. Se especializó en energías renovables y medio ambiente, su verdadera pasión, la naturaleza. Al término de sus estudios, decidió emprender un viaje de fin de carrera diferente. Aquejado de molestias físicas en los pies y las rodillas y guiado por su amor por el mar, decidió invertir en un kayak como medio de transporte. «Tras años de estudios y trabajo me entraron ganas de desvincularme de todo. Creo que la felicidad no se encuentra en el dinero que tienes o pretendes tener, sino en vivir en armonía con sí mismo y con la naturaleza, que es la que nos da la vida», explicó el navegante, a lo que añadió «recorriendo la costa desde el mar se ve cómo el hombre llena todo de edificios y eso hace daño a los ecosistemas».
Cuando piensa en metas afirma que «la única que me puse era recorrer la Costa Brava y ahora estoy en Alicante. Ya estoy en tiempo de propina. Pero no puedo evitar plantearme llegar a Tarifa. Si no me lesiono, quisiera probar el atlántico, navegar hasta Cádiz y aprender portugués bordeando Portugal hasta Galicia. Finalmente, mi hermana vive San Sebastián, y desde Galicia no quedaría tan lejos visitarla. Pero metas, ninguna. El tiempo dirá».
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